octubre 19, 2025 | by Aventurahernanpelea
Hay pueblos que guardan historias. Y luego está Pontones,
No son leyendas, son datos reales. Y asombran. Desde frases que usamos sin saber de dónde vienen, formas de pago insólitas, fábricas que marcaron época y maneras muy suyas de contar huevos, tejer mantas o medir la harina.
A simple vista, parece un rincón más de la Sierra de Segura. Pero basta caminarlo con alguien que sepa mirar, para descubrir por qué lo llegaron a llamar “el New York de la Sierra”. Y eso… te lo contamos aquí, entre anécdotas, refranes y detalles que no aparecen en los libros pero que siguen vivos en las calles de Pontones.
A Pontones le llamamos el “New York de la Sierra”. El apodo suena exagerado hasta que entiendes el por qué.
Durante décadas, este pequeño pueblo fue el epicentro comercial de toda la comarca. Aquí había fábricas, movimiento intenso de mercancías, granjas productivas e intercambios constantes que lo convertían en un núcleo económico
Aunque hoy es un rincón tranquilo entre montañas, hubo una época en que el ir y venir de carros, trueques y encargos no paraba.
Ese ritmo dejó huella, y todavía se percibe si sabes dónde mirar.
Esta costumbre proviene de la simple practicidad rural.
En cada mano caben tres huevos, así que agruparlos de a tres agilizaba el recuento. Con ese gesto, tres en una mano, tres en la otra; era fácil pasar del corral al mercado sin equivocarse.
De ahí surgió la media docena y la docena, simplificando los trueques y las ventas en toda la comarca.
Cuando el papel brillaba por su ausencia, los vecinos de Pontones usaban cañas del río como bloc de notas.
Con un cuchillo afilado marcaban una raya por cada pan o kilo de carne. Un sistema sencillo y resistente al tiempo, que convirtió a una humilde caña en la “app” de contabilidad del siglo XIX.
Puede que hoy te sorprenda, pero en Pontones hubo una fábrica de mantas que atrajo compradores de toda la provincia e incluso de más lejos.
En pleno corazón de la sierra, se tejían piezas gruesas y resistentes, muy apreciadas por quienes conocen bien el frío montañés. Gracias a su fama de duraderas y de gran calidad, las caravanas venían expresamente por ellas desde lugares tan remotos como Jaén capital o el Levante. Un dato poco conocido que añade un capítulo más a la historia viva de este pueblo.
Hoy decimos “tener la manga ancha” para hablar de alguien flexible o indulgente. Pero en Pontones, esa frase tiene otra raíz, mucho más literal.
Su origen se remonta a los tiempos de los molinos, cuando el trigo se medía con una “manga”, una especie de recipiente con el que se hacían las cuentas.
Y claro, cuanto más ancha la manga… más ventaja sacaba el molinero. De ahí viene el dicho, con toda su intención.
En Pontones, no hay rascacielos, pero sí historias que revelan el carácter único y formas de vida que enseñan mucho.
Y si de verdad quieres entender lo que se vivió aquí, lo mejor es recorrerlo con alguien con gracia, sin prisas y diciendo las cosas como son.
¿Te apuntas a descubrir Pontones con quien mejor lo conoce?
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